Mitologia Griega
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Peleo (griego antiguo Πηλεύς, Pēleús) en la mitología griega fue el padre de Aquiles, por lo cual Aquiles es llamado a veces Pelida. Era hijo de Éaco y de Endeis, reyes de los mirmidones de Egina.Nieto de Zeus y Egina (padre) y Escirón y Carido (madre)

Siendo el aún joven príncipe mirmidón, Peleo viajó a Ftía, un pequeño país en la costa Egea de Tesalia, donde reinaba Acasto. Allí la mujer de éste, Astidamía, se enamoró de él. Sin embargo, Peleo la rechazó. Ante lo cual, presa del despecho, la reina le acusó ante su marido de intentar seducirla.

El rey, con intención de vengarse, invitó a Peleo a una cacería en sus territorios de la frontera norte del reino. En el transcurso de la cual, los hombres del rey le apresaron, le robaron su espada, valioso regalo de su padre, le ataron y abandonaron a su suerte, sin caballo y sin comida, en un territorio en el que vivían los centauros. El primero de estos seres con el que se encontró fue Quirón, de quien pronto se hizo amigo y le ayudó a regresar a su hogar. Ésta se convertiría en una amistad de por vida, y Peleo, conociendo la sabiduría de Quirón, más adelante le confiaría la educación de su hijo Aquiles.

Una vez de regreso y a salvo en su hogar del palacio de Egina, relató todo lo sucedido a su padre. Éste, furioso, le concedió el mando de su ejército. De ese modo regresó a Ftía, mató al rey y a la reina por su infamia y se adueñó definitivamente del país, el cual se convertiría en la nueva tierra de los mirmidones que le acompañaron.

En su ejército no sólo marchaban mirmidones, sino muchos otros héroes griegos. Fue así como conoció a Jasón y a los Dióscuros. Con ellos se convirtió en parte de la tripulación de los Argonautas en su temerario viaje a la Cólquida en busca del Vellocino de oro.

A su regreso de Cólquida, Peleo se estableció en Ftía, donde, a la muerte de su padre, fue coronado rey de los mirmidones, trasladando de Egina a Ftía la capital de su reino.

Cuando Peleo se enamoró de Tetis pidió consejo a Quirón para encontrar la forma de seducirla ya que, como todas las nereidas, podía cambiar de forma a su antojo. Quirón le recomendó que una vez que la atrapara, no la soltase, sin importar en que se transformase. Así lo hizo, y cuando ésta se transformó en calamar, la atrapó por un brazo y no la soltó hasta que regresó a su forma de mujer, momento en el que Peleo pudo tomarla a la fuerza.

La boda de Peleo y Tetis se celebró en la cueva de Quirón, en el monte Pelión. Casi toda la nobleza griega e incluso los mismos dioses asistieron. Durante la ceremonia Peleo recibió, como regalo del centauro, una lanza de fresno hecha por los mismos Hefesto y Atenea. Se celebró a lo grande, Quirón tañó la lira y las nereidas bailaron toda la noche [cita requerida]. Pero aquel feliz momento fue aguado por algo que traería terribles consecuencias. Casi todos los dioses habían sido invitados a aquella fiesta, menos Eris, la diosa de la discordia. Furiosa por eso, urdió un plan para vengarse. Primero pidió una manzana de oro (probablemente fuera una naranja) del jardín de las Hespérides. En aquella manzana escribió: kallisti (para la más hermosa) y la lanzo en medio de la boda de Peleo y Tetis. Al verla, Hera, Atenea y Afrodita, alegando cada una ser la más bella, por lo tanto poseedora del premio, se la disputaron. Lo que traería como consecuencia el juicio de Paris y la posterior guerra de Troya.

De la unión de Tetis y Peleo nació el poderoso Aquiles, el cual gracias a que su padre pidió a Quirón que se encargase de su entrenamiento y educación, se convirtió en un hábil tocador de lira y en un poderoso guerrero.

Pasaron los años, y Peleo, ya envejecido y cansado, no se animó a participar personalmente en la guerra de Troya, prefiriendo enviar a Aquiles al mando de los mirmidones, una vez que los griegos sacaron a éste de su escondite, en el palacio del rey Licomedes de la isla de Esciro, y le reclutaron.

No se vuelve a saber de Peleo hasta el final de la guerra, de la cual Aquiles no regresó. Sin embargo su vida duró suficiente como para presenciar el glorioso retorno de su nieto, Neoptólemo, del cual no se sabe si en el momento del encuentro siquiera le conocía. El famoso joven, al que se le atribuía el papel principal en la toma de Troya, regresó a Ftia para reclamar el reino de su padre. Peleo no parece haber tenido inconveniente y tan pronto como éste arribó a las costas griegas, abdicó en su favor.

Así, el viejo rey vivió tranquilamente bajo el reinado de su nieto, el cual se casó con Hermíone, la hermosa hija del rey Menelao de Esparta. Sin embargo, ésta nunca dio un hijo a Neoptólemo. Mas sí lo tuvo con su esclava, Andrómaca, la cual parió a un niño llamado Moloso. Narra Eurípides que cuando la celosa reina Hermíone pidió ayuda a su padre, durante la ausencia de Neoptólemo, intentaron matar a Andrómaca y al pequeño, fue el anciano Peleo quien encaró al poderoso rey espartano y por medio de la palabra consiguió que se marchase sin hacerles daño. Entonces fue cuando Andrómaca y Moloso huyeron del palacio para perderse rumbo al norte.

Neoptólemo, frustrado porque su esposa no le daba hijos, decidió pedir consejo al oráculo de Delfos, dentro de cuyo recinto fue asesinado por Orestes. Entonces, Peleo, ya en sus últimos días, no quedándole descendientes, y no queriendo dejar sus tierras a Menelao, pensó que los más sensato era dárselas en herencia al sirviente de más confianza de Neoptólemo. Fue así como, tras la muerte de Peleo, Héleno, antiguo príncipe de Troya y luego esclavo del hijo de Aquiles, recobró su dignidad convirtiéndose en rey de Ftía.

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